La realidad es que cualquier hueso del cuerpo se puede romper. Un golpe, accidente o un mal movimiento puede causar una fractura. Por eso, este tipo de lesiones son muy comunes, no importa la edad que tengas. No obstante, hay fracturas que se presentan con mayor frecuencia y aquí te mostramos las 4 más comunes.
Lógicamente, estas requieren de un tratamiento y un proceso de rehabilitación para una buena recuperación. Debido a ello, es recomendable siempre recurrir a una clínica de rehabilitación donde se realizan los ejercicios y tratamientos necesarios.
Este hueso está entre el hombro y el esternón, en la zona superior del pecho. Su función es hacer que los hombros se mantengan alineados. Al ser un hueso largo y delgado es bastante vulnerable a golpes y fracturas. De hecho, es normal que se fracture por sostener un peso demasiado grande o la caída de objetos pesados.
El tratamiento inicial para esta lesión es inmovilizar la clavícula. Se debe restringir el movimiento del hueso de 6 a 12 semanas en el caso de los adultos. Lógicamente, el tiempo depende de la gravedad de la fractura. Así mismo, se suele aplicar un analgésico para reducir la inflamación y disminuir el dolor.
Al poco tiempo del tratamiento inicial, se suele empezar con terapia para la rehabilitación del hueso fracturado. Esto incluye al principio realizar un poco de movimiento mientras se tiene el cabestrillo puesto. De esta manera se va disminuyendo la rigidez en el hombro debido a la inmovilización.
Una vez que se retira el cabestrillo, es posible que sea necesario realizar más ejercicios de rehabilitación o fisioterapia. En este caso lo mejor es recurrir a un osteópata, experto en aplicar tratamientos para recuperar la flexibilidad y el movimiento de las articulaciones.
En ciertos casos, cuando la clavícula se fractura en varias partes, está muy desplazada o atraviesa la piel, es probable que se requiera una cirugía. Esto implica la colocación de varillas, tornillos o placas para fijar el hueso en la posición adecuada. No obstante, esto es algo que pocas veces es necesario.
Se suele presentar mayormente por torsión en la práctica deportiva. De modo que es muy común en personas jóvenes. Igualmente, puede ser causada por accidentes automovilísticos o caídas. Por otro lado, esta lesión se da cuando un hueso del tobillo se rompe, bien sea de uno o de ambos lados.
Para tratarla, se puede aplicar un tratamiento quirúrgico o conservador. Solo se recurre a la cirugía si la reducción resulta en un fracaso o si hay inestabilidad articular y un gran desplazamiento. El proceso consiste en mantener los huesos en la posición correcta mediante la colocación de placas y tornillos. Además, se inmoviliza el tobillo con una bota de yeso.
Por otro lado, si se aplica un tratamiento conservador se mantiene el pie inmovilizado en 90⁰. Para ello, se coloca una bota de yeso que puede durar hasta 8 semanas. En ciertos casos, es necesario realizar una reducción ortopédica mediante un yeso que se va cambiando para repetir la reducción.
Tras comprobar si la reducción ha tenido el efecto deseado, se introduce una nueva bota de yeso. El paciente podrá caminar de manera progresiva y de acuerdo a su tolerancia al dolor. Pasadas 6 u 8 semanas, se puede retirar el yeso. Si la reducción ha tenido éxito, se inicia con la rehabilitación.
La rehabilitación depende del tratamiento aplicado y de si se tiene yeso. En general, se suelen realizar ejercicios de movilización y respiratorios, masajes circulatorios, corrección de la marcha y contracciones isométricas. Así mismo, se puede aplicar electroterapia (diatermia) y termoterapia.
Este tipo de fractura es el mismo de radio o cúbito, pues en el antebrazo se ubican estos huesos. Ambos permiten realizar la flexión y extensión, tanto del codo como de la muñeca. Esta lesión es causada por caídas que producen impactos directos a la zona del antebrazo. También suele ser por accidentes de tráfico y golpes.
Lo principal es realizar un diagnóstico para determinar el tratamiento adecuado. A este respecto, se puede recurrir a la inmovilización del antebrazo durante determinado tiempo. También puede ser necesaria una intervención quirúrgica si hay desplazamiento.
En la mayoría de los casos no se presenta desplazamiento. Solo es necesario inmovilizar el antebrazo del paciente con el objetivo de ayudar a la unión correcta y natural de los huesos. Por lo general, se coloca una férula o escayola durante cuatro semanas. Además, para controlar el dolor y la inflamación pueden aplicarse analgésicos.
Si la fractura es grave porque hay desplazamiento o la inmovilización no ha funcionado, será necesario aplicar una cirugía. De esta manera, se llevan los huesos a la posición correcta y se mantienen unidos con material quirúrgico para que se suelden de manera natural. En estos casos, la recuperación puede tardar hasta doce semanas.
La rehabilitación se puede aplicar durante y después del proceso de inmovilización. Cuando el antebrazo está inmovilizado se realizan movimientos de hombro y dedos, así como contracciones isométricas. Después de la inmovilización se hacen flexiones de muñeca y codo, pronosupinación, movilizaciones activas asistidas y otros.
Estos huesos son los que forman la pierna. La tibia es la más larga y el peroné se encuentra a su lado. Estos normalmente se rompen en la parte de la rodilla o del tobillo. Por otro lado, se clasifica como una de las más graves porque causa mucho dolor. Además de problemas de funcionalidad y deformación debido al roce de los huesos fracturados.
A diferencia de otras fracturas, en este caso el tratamiento en su mayoría requiere una intervención quirúrgica. Esto se debe a que es difícil mantener inmovilizado los huesos mediante otros métodos comunes. No obstante, en algunas situaciones se puede aplicar yeso y se obtienen buenos resultados.
Con la intervención quirúrgica se busca inmovilizar la pierna, para lo cual generalmente se coloca un clavo endomedular. También se puede emplear placas de osteosíntesis percutáneas si la fractura es más proximal o distal. Lo bueno es que la cirugía logra una recuperación rápida y permite caminar a los 10 días o incluso antes.
En el proceso de rehabilitación se suelen aplicar distintas técnicas de fisioterapia de acuerdo al progreso de recuperación. En principio, incluyeterapias manuales o diatermia y ejercicios de movilidad. Después, se realizan ejercicios de estiramiento, en bicicleta, de fortalecimiento y de propiocepción. Así mismo, estos van aumentando en intensidad.